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¿Y si me estoy quedando atrás?

  • Mirbill Valeria León Calderón
  • 17 abr
  • 2 Min. de lectura

Crisis de los 20"s

Escrito por: Mirbill Valeria León Calderón


Una confesión sobre la envidia que no se dice en voz alta.


Hay un momento en la vida adulta temprana que nadie te advierte: cuando el feed de Instagram se llena de fotos de compromisos, titulos, viajes a Europa, negocios exitosos, y departamentos decorados con velas caras. Mientras tú… sigues intentando no llorar por una expareja que ni siquiera te respondió el último mensaje.


Y aunque en tu cabeza repites el mantra de “cada quien su proceso” y le das like a todos los logros ajenos porque “¡sí, claro que me alegro por ti!”, hay una parte de ti —pequeña, silenciosa, incómoda— que no puede evitar sentirse fuera de lugar. Te preguntas si acaso hiciste algo mal, si debiste esforzarte más, si estás rota o si simplemente la vida decidió olvidarse de ti.


Y esa sensación… duele. Duele porque se mezcla con la culpa. Porque no te gusta envidiar. Porque tú quieres ser esa amiga que se alegra por el logro de tus amigas. Pero a veces, te sientes tan perdida que ni siquiera sabes qué aplaudirte a ti misma.


A mí me pasa. Y me ha costado aceptar que no soy una mala amiga por sentirlo, que compararme no me hace una persona tóxica. Me hace humana. Porque esta etapa es como estar en una carrera donde cada quien corre con distinto mapa, pero aún así nos ponemos en la línea de salida mirando hacia los lados. Esperando no quedarnos atrás.


Pero… ¿atrás de qué? ¿De quién?


A veces el que parece haber llegado más lejos solo está en una etapa distinta, no mejor.

A veces el éxito que ves en redes viene con una carga emocional que no se ve en las fotos.

A veces la persona que tú envidias está deseando tener tu libertad, tu espontaneidad o tu tiempo para redescubrirse.


Esto no es una carta para decirte que dejes de compararte (ojalá fuera tan fácil). 

Es más bien un recordatorio de que todo lo que hoy duele también es parte de tu construcción. Que crecer no se ve igual para todas. Que puedes ir lento y aún así estar avanzando. Que tu camino sigue siendo válido, aunque nadie lo esté aplaudiendo todavía.


Y que, aunque a veces sientas que te estás quedando atrás… 

Quizá solo estás tomándote el tiempo de construir algo más auténtico. 

Algo que no necesite likes para sentirse valiosa.


 
 
 

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