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TRACK FANTASMA: Lo que pasamos por alto de la música

  • Ernesto Ávila
  • 28 ene
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 feb

27 de enero de 2025


Cuando nuestras abuelas y nuestros abuelos, en la justa mitad del siglo pasado, escuchaban a Los Teen Tops, Los Locos del Ritmo o Los Camisas Negras, sus padres los juzgaron por inmiscuirse en la primera ola del Rock ´n Roll, un movimiento cultural que cruzó fronteras no solo geográficas, sino también ideológicas. Después vinieron nuestros padres y nuestras madres, que a su vez, en tiempos de Queen, Pink Floyd y Dire Straits fueron llamados rebeldes por nuestros abuelos. Ahora, nuestra generación —que es muy rica en nuevas expresiones y formas musicales— está pasando por el mismo proceso de desaprobación, proceso que está fuertemente relacionado al relevo generacional y que no es una condición propia de la actualidad, más bien del conflicto y rechazo hacia el cambio que las generaciones más avanzadas tienen hacia las más jóvenes. 


Sócrates ya sostenía hace más de dos mil años una opinión negativa hacia la juventud.  Afirmaba que los hijos eran «vagos», amaban los lujos y cuestionaban a sus maestros. Esto comprueba que el rechazo al cambio ha venido en cada una de las generaciones, sin excepción. Por su parte, personajes más actuales como Weber o Durkheim, mencionan que este disgusto hacia lo nuevo es parte de una dinámica social en la que entran en conflicto los valores tradicionales ya establecidos y la asimilación de la modernidad. 


Para mí, es importante explorar la música actual con una mirada realmente crítica, que no se limite a lo negativo, sino que resalte también la innovación, los nuevos formatos y la capacidad y calidad musical que se pueden encontrar en cualquier obra.

Track Fantasma, busca abordar matices de esta conversación que en muchas ocasiones, pasan de largo. A través del análisis, resaltaré el trabajo de composición e interpretación, así como el diseño sonoro y síntesis en géneros urbanos o regionales. El propósito de esta columna es eliminar de la discusión las etiquetas entre «música buena y música mala», juicios que a mi parecer, no aportan ningún tipo de valor a esta plática, pues se reducen a lo subjetivo. 


Espero que, a quien sea que lea esta columna, esta crítica musical le ayude a escuchar con otros oídos todo aquello que creyó no tenía nada nuevo que ofrecer. 


Ernesto Ávila





 
 
 

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