El arte de hacerte sentir acompañado
- Fer Cadeza
- 9 abr
- 2 Min. de lectura
Viajando por el TIMØVERSO
¡Hola, timadxs lindos! Hoy les escribo con la emoción de quien se siente parte de algo mucho más grande. Esta columna es como una carta abierta que necesitaba sacar desde hace tiempo. Porque si hay algo que me ha regalado esta banda, además de música increíble, son momentos, memorias y personas que se han quedado a vivir en mi corazón.
Timø es más que una banda. Es un puente. Uno que conecta ciudades, países y corazones. Porque sí, hay algo muy especial que pasa cuando te gusta Timø: encuentras personas que sienten lo mismo que tú, que entienden ese grito de emoción cuando suena 'Tierra Lejana' (mi favorita del primer disco, por cierto), y que están listas para abrazarte aunque te acaben de conocer. Gracias a ellos he hecho amigas que ya se sienten como hermanas. Nos une algo invisible pero muy poderoso.
No es solo música. Es pertenecer a algo más grande, algo que no siempre se puede explicar con palabras. Es saber que del otro lado de la pantalla o al fondo de un concierto hay alguien que siente lo mismo que tú. Que llora con “Superpoder”, que grita con “Vino rosé” o “Quédate” y que sonríe con “Enero”.
A veces pienso que sin ellos mi camino sería distinto. Porque no solo han sido la banda sonora de mis días buenos, también han sido la luz en los días difíciles. Y lo más bonito es que no me lo guardo para mí: lo comparto, lo vivo con otras personas que también encontraron refugio en sus letras y alegría en sus melodías.
Y no saben lo bonito que es ver cómo florecen amistades gracias a esta conexión. Cómo un mensaje por Instagram termina en una videollamada de dos horas hablando de conciertos, teorías locas y sueños compartidos. Cómo alguien que estaba a kilómetros de distancia ahora se siente como si hubiera estado siempre a tu lado.
He conocido personas que se convirtieron en parte de mi historia sin siquiera planearlo. Desde aquellas que compartieron conmigo la emoción de un lanzamiento a medianoche, hasta las que lloraron conmigo al escuchar en vivo esas canciones que tantas veces nos acompañaron en la soledad. Con Timø, nunca estás sola.
También he sentido lo increíble que es ver cómo la emoción se multiplica cuando se vive en grupo. Como cuando todas gritamos al mismo tiempo cuando suena la primera nota de esa canción que tanto esperábamos. O cuando nos encontramos en persona después de meses hablando por redes y sentimos que siempre fuimos amigas.
Gracias a Timø no solo descubrí lo importante que es la música en mi vida, también descubrí lo importante que es tener con quién compartirla. Por eso esta columna no es solo un homenaje a ellos, también es un agradecimiento a todas esas amistades que nacieron entre canciones, filas de conciertos y mensajes de '¡¿ya escuchaste lo nuevo?!'.
Porque más que una banda, Timø es ese recordatorio constante de que la música puede ser hogar. Y que a veces, ese hogar también se llena de personas que llegan para quedarse.
Fer Cadeza
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