Amanda Berenguer: La arquitecta del asombro
- Yatsiry Monserrat Jiménez Mayen
- 24 abr
- 2 Min. de lectura
ECOS DE POETISAS
24 de abril, 2025

Hablar de Amanda Berenguer es evocar una voz que supo romper con las estructuras clásicas de la poesía uruguaya para abrir paso a una forma más libre, cuestionadora y luminosa. Nacida en Montevideo en 1921, Berenguer formó parte de la célebre Generación del 45, junto a escritores como Idea Vilariño, Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti. Sin embargo, su obra siempre ocupó un sitio aparte: audaz, inclasificable, inquieta.
Amanda no solo escribió poesía, sino que la pensó, la reinventó y la experimentó como un lenguaje que se construye desde el asombro y la observación del mundo cotidiano, lo invisible, lo inabarcable. Su poesía es muchas veces un acto de exploración, una búsqueda del sentido último de las cosas, del misterio escondido detrás de lo obvio.
Uno de sus libros más emblemáticos, Los signos sobre la mesa (1978), marcó un antes y un después en su producción. En él, Amanda juega con las palabras como piezas de un rompecabezas cósmico. En uno de sus versos, dice:
“y entonces el mundo respiró conmigo
Y vi su carne esencial
Resplandeciendo desde adentro.”
Estas líneas no solo reflejan su estilo —sensitivo, profundo, reflexivo— sino que también resumen su relación con el lenguaje: el poema como un organismo vivo, capaz de respirar, latir y transformar la percepción de quien lo lee.
Berenguer fue una poeta que no temió transitar entre lo racional y lo intuitivo, lo visible y lo oculto. Por eso, su obra no se agota en una sola lectura; se despliega como un mapa que invita a perderse, a preguntarse, a maravillarse.
Falleció en 2010, pero su legado sigue creciendo en lectores y nuevas generaciones de poetas que encuentran en su escritura un espacio de libertad y desafío. Amanda Berenguer no solo dejó poemas, dejó preguntas abiertas, dejó la certeza de que la poesía sigue siendo uno de los modos más bellos y honestos de habitar el mundo.
Por: Yatsiry Mayen
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