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Orgullo y prejuicio: El romance que trasciende el tiempo

  • Foto del escritor: ANGEL ALBERTO MENDOZA HERNANDEZ
    ANGEL ALBERTO MENDOZA HERNANDEZ
  • 13 feb
  • 6 Min. de lectura

UNIVERSOS DE TINTA

13 de febrero, 2025




¿Qué mejor que deprimirse leyendo romance estando soltero en esta semana?


Ah, San Valentín. Esa época del año en la que las parejas se llenan de regalos cursis, los solteros fingen que no les importa y los libros de romance se convierten en refugio para los que preferimos el drama ajeno al propio. Y si hay un libro que nunca falla en esta fecha, es Orgullo y prejuicio.


He perdido la cuenta de cuántas veces lo he leído, pero cada relectura es una nueva oportunidad para reírme de la señora Bennet, sufrir con Elizabeth y suspirar (con algo de resignación) por el señor Darcy. Porque sí, el tipo empieza siendo un arrogante insoportable, pero al final, ¿quién puede resistirse a su transformación? Austen nos da una historia que no es solo sobre el amor romántico, sino sobre el crecimiento personal, los errores que cometemos al juzgar a los demás y, por supuesto, sobre la importancia de no aceptar cualquier matrimonio solo porque tu madre insiste en ello.


Desde su publicación en 1813, Orgullo y prejuicio ha resistido la prueba del tiempo, y con razón. Más allá del romance icónico, es una crítica mordaz a la sociedad, un retrato de mujeres con opciones limitadas y un recordatorio de que a veces, el amor no nace del flechazo, sino de aprender a ver más allá de nuestros propios prejuicios. Y en este San Valentín, ¿qué mejor lección que esa?


Jane Austen: La maestra de la ironía y la crítica social


Orgullo y prejuicio, 1813
Orgullo y prejuicio, 1813

Hablar de Orgullo y prejuicio es hablar de Jane Austen, una autora cuya pluma afilada y perspicaz sigue cautivando lectores más de dos siglos después de su época. Austen no se limitó a escribir novelas románticas; construyó críticas mordaces sobre la sociedad de su tiempo, explorando el papel de la mujer, las expectativas del matrimonio y las limitaciones impuestas por la clase social.


En una época donde el matrimonio era visto como un contrato más que como una elección basada en el afecto, Austen desafió las normas con protagonistas que no estaban dispuestas a casarse sin amor. Elizabeth Bennet, la protagonista de Orgullo y prejuicio, es el mejor ejemplo de esto: una mujer con opiniones firmes, ingeniosa y con la determinación de elegir su propio destino, aunque eso signifique rechazar propuestas "ventajosas".


Austen revolucionó el concepto de la novela romántica al darle a sus protagonistas una voz propia, una que no dependía de su relación con un hombre, sino de su carácter y convicciones. En un mundo donde las mujeres rara vez podían decidir su futuro, la autora les dio la oportunidad de soñar con algo más que un matrimonio por conveniencia.


La historia de Elizabeth y Darcy: Un romance construido en la imperfección

Uno de los aspectos más fascinantes de Orgullo y prejuicio es que su historia de amor no se basa en flechazos instantáneos o ideales románticos inalcanzables. Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy no se enamoran a primera vista; al contrario, su relación nace del rechazo mutuo, los malentendidos y, sobre todo, de sus propios defectos.


Elizabeth es una protagonista adelantada a su tiempo. No es perfecta ni sumisa; es orgullosa, desafiante y con un sentido de la justicia que, aunque admirable, a veces la ciega. Desde el primer momento, choca con Darcy, un hombre reservado y altivo que no oculta su desprecio por las clases sociales más bajas. La famosa escena en la que él la insulta veladamente al decir que "no es lo suficientemente bella como para tentarlo" establece el tono de su relación: dos personas que, en principio, parecen imposibles la una para la otra.


Elizabeth y Darcy
Elizabeth y Darcy

Pero lo maravilloso de esta historia es que el amor no surge de la nada ni está predestinado. Elizabeth y Darcy deben enfrentarse a sus propias falencias antes de poder ver al otro con claridad. Elizabeth, quien se enorgullece de su juicio acertado, se deja llevar por los prejuicios y las apariencias; Darcy, por otro lado, debe aprender a dejar de lado su orgullo y abrirse emocionalmente. Su evolución es lo que hace que su historia sea tan cautivadora, porque nos recuerda que el amor real no es idealizado ni perfecto, sino construido con esfuerzo, errores y crecimiento mutuo.


En una época donde tantas historias de romance dependen de la atracción instantánea o el drama excesivo, Orgullo y prejuicio sigue siendo refrescante por su realismo: nos muestra que el amor verdadero no es aquel que surge sin esfuerzo, sino el que se desarrolla cuando dos personas aprenden a ser mejores juntas.


Más que un romance: Una crítica a las expectativas sociales

Si bien este libro es una de las historias de amor más icónicas de la literatura, su verdadera riqueza radica en la aguda crítica social que esconde entre sus páginas. Austen no solo nos cuenta la historia de Elizabeth y Darcy, sino que nos muestra un panorama más amplio de la sociedad inglesa de principios del siglo XIX.


El libro está lleno de personajes que reflejan las diferentes actitudes hacia el matrimonio y el papel de la mujer. La señora Bennet, obsesionada con casar a sus hijas, representa la presión social que las mujeres enfrentaban para asegurar su futuro a través de un esposo. Charlotte Lucas, quien acepta casarse con el ridículo señor Collins por seguridad económica, es el ejemplo del pragmatismo que muchas mujeres debían adoptar para sobrevivir.


En contraste, Elizabeth se convierte en una figura revolucionaria al negarse a aceptar un matrimonio sin amor, incluso si eso significa arriesgar su estabilidad. Su rechazo a Collins y su enfrentamiento con Lady Catherine de Bourgh son actos de rebeldía que desafían la idea de que una mujer debe conformarse con lo que la sociedad le impone.


El impacto en la literatura y la cultura popular

Más de 200 años después de su publicación, Orgullo y prejuicio sigue siendo una de las novelas más leídas y adaptadas de la historia. Su influencia ha traspasado generaciones, inspirando desde películas y series hasta reinterpretaciones modernas como El diario de Bridget Jones o Orgullo y prejuicio y zombis.


Pero su impacto va más allá de la cultura popular. Jane Austen sentó las bases para la literatura romántica moderna, demostrando que las historias de amor pueden ser profundas, inteligentes y críticas. Gracias a ella, muchas protagonistas de la literatura dejaron de ser figuras pasivas y se convirtieron en mujeres con voz propia, capaces de cuestionar su realidad y buscar algo más que un matrimonio conveniente.


Incluso hoy, en un mundo donde las relaciones han cambiado tanto, la historia de Elizabeth y Darcy sigue resonando. Nos recuerda que el amor no es cuestión de apariencias ni de estatus, sino de carácter, respeto y crecimiento mutuo.


Conclusión: Un clásico que enamora y enseña

Leer Orgullo y prejuicio no es solo disfrutar de una historia de amor, sino sumergirse en una obra que sigue desafiando los estándares del romance y la sociedad. Con su prosa ingeniosa, su humor sutil y sus personajes inolvidables, Jane Austen nos recuerda que el amor verdadero no es aquel que idealiza, sino el que crece a partir de la comprensión y el respeto mutuo.


No puedo dejar de mencionar la famosa declaración de Darcy hacia Elizabeth, pues a pesar de la intensidad de esta, él no podría haber elegido peor forma de proponer matrimonio. En lugar de halagarla, insiste en mencionar lo mucho que ha luchado contra sus sentimientos debido a la diferencia de clases y la vergüenza que su familia le causa. No es de extrañar que Elizabeth lo rechace con firmeza, pero sin duda es una de las escenas más icónicas de la novela.


Así que, en esta semana de San Valentín, pocas lecturas pueden ser más apropiadas que esta. Porque si hay algo que Orgullo y prejuicio nos enseña, es que el amor no solo es cuestión de sentimientos, sino también de aprender a ver más allá de nuestras propias expectativas.


Critica y opinión personal

Familia Bennet
Familia Bennet

La dinámica familiar es uno de los elementos clave del libro y el primer motivo por el que no paramos de leer. Austen nos introduce en la casa de los Bennet con una naturalidad que nos hace sentir parte de la familia. Sus personajes son variados y divertidos, pero más que nada, humanos. Tienen sus preocupaciones, su vanidad y sus defectos. Nos reímos con ellos, nos frustramos con ellos y, al final, nos encariñamos con cada uno, incluso con los más desesperantes.


Elizabeth y Mr. Darcy son el alma de la historia. Ambos son inteligentes, astutos, seguros de sí mismos y, sobre todo, buenos. ¿Cómo no amarlos? Elizabeth, con su ingenio y determinación, se niega a seguir las reglas impuestas por la sociedad de su época, mientras que Darcy, aunque empieza siendo un tanto frío y arrogante, se transforma a lo largo de la historia, demostrándonos que el orgullo puede dar paso a la humildad y el prejuicio a la comprensión.


La narrativa de Austen es descriptiva y atrapante. No hay personajes que llenen espacios ni capítulos de relleno. Cada diálogo es tan completo como las descripciones, y la historia fluye sin necesidad de forzar el drama o las emociones. El protagonista puede parecer distante e incluso desagradable al principio, pero una de las maravillas del libro es verlo crecer con cada capítulo, hasta el punto en que su evolución se vuelve una de las más satisfactorias de la literatura.


En definitiva, Orgullo y prejuicio es una obra que va mucho más allá del romance. Es una historia sobre orgullo, clases sociales, independencia femenina y segundas oportunidades. Una novela que no importa cuántas veces la leas, siempre tiene algo nuevo que ofrecer.




Por: Angel MH


 
 
 

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