top of page
Buscar

Cadáver Exquisito: ¿Carne o humanidad? El futuro distópico que nadie quiere mirar de frente

  • Foto del escritor: ANGEL ALBERTO MENDOZA HERNANDEZ
    ANGEL ALBERTO MENDOZA HERNANDEZ
  • 25 abr
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 28 abr

UNIVERSOS DE TINTA

24 de abril, 2025



Esta semana conmemoramos el dia internacional del libro y quise volver a las distopias, tal vez uno de mis géneros favoritos y el que me termino de enamorar de este mundo. Recordando que hay libros que se disfrutan, otros que se padecen… y después está Cadáver exquisito, que logra ambas cosas al mismo tiempo. La novela de Agustina Bazterrica no es para estómagos sensibles, pero sí es imprescindible para lectores que buscan historias que desestabilicen, cuestionen y dejen una huella difícil de borrar.


La premisa de la novela es sencilla, pero su trasfondo es abrumador: en un mundo post-pandemia donde se ha prohibido el consumo de carne animal por razones sanitarias, el ser humano encuentra una "solución" perturbadora: consumir carne humana de manera legalizada. Se crean granjas humanas, criaderos, métodos de reproducción forzada. Y el lenguaje, tan poderoso, sirve para blanquearlo todo. La carne humana no es "gente", es "producto especial". La deshumanización no ocurre de golpe: se institucionaliza, se normaliza, se transforma en política pública. Y ahí es cuando el horror se vuelve cotidiano.


Sobre la autora y su visión provocadora

Agustina Bazterrica
Agustina Bazterrica

Agustina Bazterrica no escribe para complacer. La autora argentina, reconocida por su estilo afilado y provocador, plantea con Cadáver exquisito una historia que raya en lo insoportable, precisamente porque nos muestra una realidad que, aunque ficcional, es un espejo retorcido del presente. Su formación en artes visuales y su recorrido en la narrativa breve se reflejan en cada página, donde cada escena parece pensada como un golpe visual y ético.


Bazterrica no se limita a crear un mundo alternativo, sino que señala con claridad cómo las estructuras de poder, el patriarcado y el capitalismo salvaje son capaces de justificar lo injustificable. Su crítica es feroz pero certera, y no deja espacio para la indiferencia. En entrevistas ha dicho que la violencia contra los cuerpos (especialmente los feminizados) fue una motivación principal para escribir este libro. Y se nota.


Un mundo que parece de ficción… pero no tanto

El universo que plantea la novela es escalofriante porque no se siente tan lejano. Las "granjas" humanas, los criaderos, el lenguaje técnico para hablar de las personas como si fueran ganado, la anestesia emocional de quienes participan en el sistema… todo recuerda a prácticas actuales, ya sean las de la industria cárnica, los sistemas de explotación laboral o la violencia de género sistemática.


Bazterrica construye este mundo con precisión quirúrgica. Nada es gratuito. El lenguaje, los protocolos, los eufemismos… cada elemento contribuye a crear una sociedad donde el horror es rutina y donde lo ético ha sido desplazado por lo rentable. Lo que hace aún más fuerte la lectura es que en ningún momento se caricaturiza el mal: todo se presenta con la frialdad de un manual de procedimientos. Y eso lo vuelve aterrador.

 

Los personajes: fríos, grises, perfectamente humanos

Marcos, el protagonista, trabaja en una planta procesadora de carne humana. Su vida se ha vuelto rutinaria, automatizada. Su dolor personal —la muerte de su hijo, la enfermedad de su padre— lo ha convertido en un hombre apático, casi desconectado. Sin embargo, cuando recibe como "regalo" a una mujer viva, criada para ser carne, algo en él se resquebraja.


Los personajes de esta novela no son héroes ni villanos: son producto de un sistema. Son grises, contradictorios, profundamente humanos. Hay algo trágico en la forma en que intentan justificar sus acciones, en cómo renuncian a su empatía para sobrevivir. La novela no busca redenciones: muestra cómo las personas aprenden a convivir con el horror si eso les permite mantener su lugar en la cadena.


Incluso los personajes secundarios, como los empleados de la planta o la esposa del protagonista, están delineados con crudeza y honestidad. No hay compasión gratuita, ni sentimentalismo barato: hay humanidad despojada, cruda, a veces miserable, pero siempre reconocible.


Un giro que te rompe (aún más)

Portada original del libro
Portada original del libro

Sin caer en spoilers directos, el final de Cadáver exquisito es tan impactante como coherente. Es de esos giros que no se ven venir, pero que, una vez ocurren, parecen la única salida posible. No hay esperanza, no hay redención, no hay justicia poética. Solo queda la crudeza de un mundo en el que sobrevivir exige renunciar a lo que nos hace humanos.


Este giro final no solo sacude al lector emocionalmente, sino que lo obliga a reinterpretar todo lo anterior. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a normalizar el horror si eso nos mantiene a salvo? La respuesta, implícita en la novela, no es nada alentadora. En ese último acto, Bazterrica parece decirnos: "Mira lo que eres capaz de aceptar, simplemente porque te lo venden como normal".


¿Es esto un libro de horror o una metáfora social?

Es ambas cosas. El horror es explícito y gráfico, pero también profundamente simbólico. Cadáver exquisito es una metáfora extendida de nuestra relación con el consumo, con el cuerpo del otro, con el poder. La novela denuncia sin sermonear, incomoda sin caer en el sensacionalismo barato. Y en eso radica su maestría.


También es un análisis despiadado sobre cómo el lenguaje puede ser herramienta de opresión. La forma en que se evita usar palabras como “persona” o “ser humano” cuando se habla de la carne que se consume, nos recuerda cómo, en contextos reales, se deshumaniza para permitir la violencia: refugiados que se vuelven “ilegales”, mujeres que se vuelven “provocadoras”, víctimas que se vuelven “daños colaterales”.


El legado de una distopía brutal

Cadáver exquisito es, sin duda, una de las distopías más poderosas que ha dado la literatura contemporánea en español. Su capacidad de incomodar es precisamente lo que le da valor. En un mundo saturado de entretenimiento vacío, Bazterrica propone una lectura que no busca consolar, sino confrontar. No ofrece respuestas, pero sí muchas preguntas incómodas.


Desde su publicación, ha despertado debates, análisis académicos y reacciones viscerales. Ha sido traducida a varios idiomas, adaptada en teatro y utilizada como herramienta de análisis en universidades. Y no es para menos: su fuerza narrativa, su propuesta estética y su mirada crítica hacen de esta novela una obra fundamental para entender los límites —o la ausencia de ellos— de nuestra humanidad.


Cadáver exquisito no es un libro fácil ni amable, pero es de lectura obligatoria. En tiempos donde la empatía parece escasear y donde lo aberrante puede disfrazarse de normalidad, esta novela nos grita que el precio de mirar hacia otro lado es demasiado alto.


No es solo una historia perturbadora: es una advertencia. Y como toda buena advertencia, lo que duele no es su tono, sino lo cierta que se siente.

 

Opinión y critica personal de Cadáver Exquisito

Hay libros que te gustan, otros que te sorprenden, y luego están los que te desarman por dentro. Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica me dejó así: sacudido, perturbado y con la mente dando vueltas durante días. Lo que más me impactó de esta novela no fue solo su trama, que ya de por sí es brutal, sino la manera en que los personajes, y en general toda la sociedad, son moldeados —o más bien corrompidos— por el sistema en el que viven. Ver cómo la ética desaparece poco a poco, sin escándalo, sin resistencia, fue para mí lo más aterrador.


La historia plantea un futuro distópico donde el consumo de carne animal está prohibido por razones sanitarias, y el humano, como siempre, encuentra una salida retorcida: criar, procesar y consumir carne humana. Pero lo que más me perturbó fue cómo se institucionaliza esa práctica. No hay salvajes gritando ni escenas sangrientas al estilo de una película de terror; hay oficinas, procedimientos, eufemismos, profesionales cumpliendo con su trabajo. Y ahí está la genialidad de Bazterrica: construir una sociedad donde lo inaceptable se vuelve rutinario.


El personaje principal, Marcos, me pareció uno de los más grises, en el buen sentido, que he leído. No es bueno ni malo, es alguien que sufre, que se ha desconectado del mundo y que solo encuentra sentido en la apatía. A lo largo de la novela, lo vemos justificar el horror con una lógica que, por momentos, incluso parece razonable. Y eso es lo que más me aterra: cómo la narrativa logra que una parte de ti entienda, y hasta acepte, el funcionamiento de ese mundo. Me hizo preguntarme si no haríamos lo mismo nosotros, en su lugar.


La frase que más me persiguió después de cerrar el libro no fue una del texto en sí, sino una que resonó en mi mente como una especie de eco simbólico: “Come de mí, come de mi carne”. Sí, la frase de la canción Entre caníbales de Gustavo Cerati. Cuando llegué a la página 132 del libro, no pude evitar conectar ese momento con la canción. No sé si Bazterrica se inspiró directamente en ella o si es solo una coincidencia (una de esas coincidencias perfectas y extrañas), pero el simbolismo que comparten es impresionante. Ambas piezas, la canción y la novela, hablan de un canibalismo que va más allá de lo físico: hablan de cómo las personas consumen a otras, literal o metafóricamente, en sistemas que permiten, y hasta promueven, ese tipo de explotación.


La crítica que hace el libro no es sólo al consumo, sino al lenguaje, a cómo deshumanizamos con palabras. El “producto especial”, la “pieza”, el “material”. Todo está pensado para eliminar la empatía. Y aunque parece exagerado, no lo es tanto si uno piensa en cómo en la vida real también usamos eufemismos para suavizar realidades crueles: “daños colaterales”, “ilegal”, “mercancía”.


Quizá uno de los puntos débiles para algunos lectores sea lo gráfico o perturbador del contenido. Pero, en lo personal, creo que esa incomodidad es necesaria. El horror no está ahí por morbo, sino como un espejo. Un espejo oscuro, sí, pero uno que refleja muchas verdades.


En conclusión, Cadáver exquisito es un libro que no se lee para entretenerse, sino para cuestionarse. Me cambió la manera de ver cómo la cultura y las normas sociales pueden transformar por completo la moralidad humana. Me hizo pensar en lo que estamos dispuestos a justificar en nombre del orden, de la tradición, o del “progreso”. Es una historia intensa, poderosa, que recomendaría sin dudar a quienes estén listos para enfrentarse a un mundo donde la empatía ya no tiene lugar, porque solo así, quizá, podamos rescatarla en el nuestro.



Por: Angel MH


 
 
 

Commentaires


bottom of page